Un librero generoso, una niña adorable en busca de una aventura, un huérfano que recuerda a su padre manteniendo vivos sus sueños, una estación llena de personajes maravillosos y... la magia del cine que hace que todo encaje perfectamente, como en los engranajes de los autómatas y las maquinarias de los relojes que conforman el universo de Hugo y nos envuelven en 3D durante toda la película. Desde ese primer travelling magistral con el que arranca el film hasta el último segundo antes de los créditos.
¡Ah sí! Y George Mélies resucitado. ¿Puede un amante del cine pedir algo más?
Un homenaje al cine, a sus orígenes, al viaje a la luna de George Mélies, a toda su obra y, ante todo... a la fragilidad de los artistas. Que nos regalan sus obras maravillosas con total generosidad y que merecen no ser olvidados. Un homenaje a los sueños que se fabrican en el set de rodaje de cualquier película, a los finales felices que "sólo existen en las películas". A la literatura, a las librerías... a la generosidad con que un niño le regala algo a un amigo: ya sea entregándole la pieza clave del misterio que su amigo estaba buscando o, descubriéndole algo increíble; llevándole al cine por primera vez. Un homenaje a la magia que, inconscientemente, reparten aquellos cuya misión es... "arreglar cosas".
Una joya en 3D
"Gracias, Scorsese, por Hugo. Ha sido un regalo"
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