Día 15 - 10 de junio de 2012
Una semana más que toca a su fin. Otra vez domingo. Increíble. Siempre que vengo tengo la misma sensación. La primera semana pasa muy lenta, pero pasada esa frontera del principio el tiempo empieza a volar, cada vez más deprisa.Y, si bien es cierto que vamos acumulando días lejos de casa y todo el mundo empieza a echar de menos y a pasar momentos puntuales de una nostalgia que te llega a hacer querer irte corriendo al aeropuerto, también es cierto que el grupo va creando su propia burbuja aquí... nuevas amistades en ocasiones (con cada grupo varía el tipo de convivencia que se genera, eso es cierto), conversaciones que nos ayudan a conocernos mejor poco a poco, y muchas experiencias compartidas a lo largo de tan poco tiempo... También empieza uno a sentirse empachado de comida yankee. No quiero decir "comida basura" porque el personal de la cocina de LeaderDogs es cierto que cocina muy bien, pero... a la americana. Y uno termina empachado de tanta salsa rancho, tanto frito y... sí, hasta del sirope de arce me puedo llegar a cansar en un mes. Nunca lo habría dicho.
Y además, en mi caso, en esta ocasión, por primera vez en todas las que he venido, además de mi familia y amigos me espera a mi vuelta alguien más a quien, debo admitir, creo enormemente responsable de que mis ganas de volver sean mayores.
Pero es domingo, día de relax y descanso. Descanso de los chicos para las prácticas, porque yo al final, termino por no descansar nunca. Aunque eso ha cambiado un poco y me han dicho que ahora hay un día en que un voluntario que habla español va a las prácticas con los chico y yo tengo un "día libre". ¡Eso sí que es una novedad! En parte agradeceré el descanso, pero se me va a hacer raro no pasar el día entero con los chicos. Así que hoy, domingo, estará bien aprovechar para hacer algo juntos que no sea practicar haciendo rutas...
Veamos, en primer lugar fui con Juan, Ramón y Óscar a la tienda de deportes "across the street", como decimos aquí (del otro lado de la calle), pero que de calle tiene poco: ¡¡¡una carretera de 4 carriles!!! Querían comprar algunos regalitos y ver si había algo interesante. Hacía un día buenísimo, así que ha sido un paseo agradable y por el camino nos hemos echado unas buenas risas. No pensaríais que Juan iba a descansar de sus chistes por ser domingo... ;-)
Siempre que vengo y cruzo a estas tiendas de enfrente, con los chicos o yo sola, a comprar alguna cosa... recuerdo mis primeras incursiones en esta zona, con mi primer grupo de estudiantes aquí en Leader Dogs, allá por el año 2005. ¡Madre mía, me parece que fue hace siglos! Y no hace tanto... tengo fresca la referencia porque el otro día hablé con una de las chicas y me decía precisamente que el perro, Thunder, cumpliría 9 años este verano y que hacía 7 que vinimos. Aunque tiempo es, es cierto.... Paradójicamente, los recuerdo a todos como si fuera ayer: Leo, Javi (que cumplió aquí sus 18 años), Marisa, MªCarmen, Antolín y Conchi. Y recuerdo, decía, cuando con ellos coincidió que había una especie de feria en esos días en el terreno que hay frente a estas tiendas. Cuando dije que me iba con ellos (creo que todos menos uno se puntaron) un domingo para allá, las chicas de la residencia me miraban como si estuviera loca. Pero lo pasamos tan bien...! Sigue siendo uno de mis recuerdos tesoro de estos viajes. Montamos en atracciones, nos mareamos, gritamos... No os lo creeréis pero... ¡hasta tiramos al blanco! Recuerdo que había un chiringuito en el que un señor intentaba averiguar tu peso, lo apuntaba en un papel, luego te subías a una báscula de esas antiguas y si había acertado te llevabas un premio o algo así... Todavía tengo en casa la flor de peluche que me regalaron todos ese día, y la foto del momento en que Javi me la daba, y la foto en la que estoy subida en la báscula... Foto que tendré que buscar ahora a mi vuelta para comprobar si esta vez las tortitas me han sentado mejor o peor que entonces...
¡Cuántos recuerdos se acumulan ya en Rochester en la historia de mi vida! Y siempre guardaré un recuerdo especial de aquella primera vez. De cuánto me enseñaron cada uno de ellos... gran parte de lo importante y miles pequeños detalles que quiero creer que aún a día de hoy, me ayudan a hacerlo un poco mejor cada vez que vengo. Ahora ya cojo el avión con algo en la caja de herramientas, pero con ellos... venía a ciegas. Digamos que fueron ellos más lazarillos míos que yo para ellos. Y me quitaron una de tantas vendas que nuestro propio mundo nos pone en los ojos, impidiéndonos ver lo que otros ven. Me descubrieron todo un mundo que desconocía. Dice Lincoln que "Al final, lo que cuenta no son los años en tu vida, sino la vida en tus años". Aquel mes de 2005 vale su cifra en oro en la línea del tiempo de mi vida.
¡Cuántos recuerdos!¡Y cuánta gente increíble que cada vez me demuestra lo verdaderamente importante! Con pequeños detalles, con acciones, con miradas, con gestos....Un claro ejemplo: los criadores de los cachorros, como os contaba el otro día. Los de Caspian parece ser que no pudieron venir, pero querían venir hoy a conocer a Óscar, así que después de comer, a la hora convenida, nos sentamos a esperarles tomando un café. Enseguida nos avisaron de que ya habían llegado. ¡Qué grata sorpresa ver aparecer por la puerta a toda una familia al completo: padre, madre y dos hijos. Eran encantadores y pasaron una hora con nosotros contándonos anécdotas de la infancia del pequeño Caspian, compartiendo risas... Le trajeron a Óscar de regalo sus galletas favoritas y un álbum precioso con fotos de cuando era cachorro. Nos contaron muchas cosas y también le preguntaron a Óscar aquello por lo que sentían curiosidad... pero ya que ayer os conté el porqué del nombre de Kasey, hoy me quedo con una anécdota sobre el nombre de Caspian.
Los dos hijos (niño y niña) parece ser que son muy aficionados a la lectura y seguidores de la saga de Narnia. Así que, nuestro joven amigo, como sospechábamos, debe su nombre al Príncipe Caspian. Sus criadores lo eligieron por ser un personaje aventurero y valiente. Ahora están seguros de que Caspian estará a la altura en su nuevo puesto de trabajo. Siempre les pareció un perro demasiado inteligente como para que hubiera sido feliz siendo simplemente una mascota. Pero es cierto que sus primeros dueños manejaron otro nombre en un principio junto con el del valeroso príncipe: Legolass, por el personaje de El Señor de los Anillos. Sin embargo nos contaron que lo descartaron porque en inglés, al decir Legolass muy rápido podía confundirse con "Legless" y un perro sin piernas no sería el mejor perro guía, ¿no?
¡Ah sí! Y en la intimidad le llamaban "The Tongue", por su afición a chupar pies, orejas y lo que se le pusiera por delante en forma de humano cariñoso. Es curioso que ya nosotros en el grupo en alguna ocasión le hubiéramos llamado "El lengua". Creo que, si echáis un vistazo a la foto de familia que hicimos, no hace falta aclarar mucho más.
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